Redacción: Angie Subías
El pasado 25 de noviembre se celebró el día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Una problemática que continúa presente en distintos ámbitos de la sociedad. Esta no debería recordarse únicamente una vez al año, sino combatirse de manera constante, todos los días.
Esta conmemoración surge como respuesta a las alarmantes cifras de violencia de género a nivel mundial. Esto dio origen a la campaña del “Día Naranja”. Su objetivo es concientizar, prevenir y promover la erradicación de todo tipo de violencia hacia las mujeres.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados esta realidad sigue latente. Esto incluso ocurre en espacios que deberían representar respeto, igualdad y juego limpio, como lo es el deporte.
La violencia a la mujer en el deporte
Dentro del ámbito deportivo, varias mujeres han sido víctimas de discriminación, hostigamiento y violencia verbal por desempeñar roles tradicionalmente ocupados por hombres.
Un caso emblemático es el de la ex árbitra Virginia Tovar Díaz, mejor conocida como “Vicky Tovar”, quien hizo historia al convertirse en la primera mujer en arbitrar un partido de la Primera División del futbol mexicano. Durante su participación en el encuentro entre Irapuato F.C. y Club América, fue objeto de actitudes machistas y prejuicios. Destacó un comentario emitido por el jugador Cuauhtémoc Blanco, quien le sugirió que “se fuera a lavar los platos”. Esto reflejó una clara manifestación de discriminación por razón de género.
Otro caso reciente es el de la árbitra Katia Itzel García. Tras dirigir el partido entre Monterrey y Cincinnati F.C., recibió una ola de mensajes ofensivos y de contenido inapropiado a través de redes sociales. Ante estos hechos, la árbitra decidió alzar la voz y denunciar públicamente la agresión digital. Con esto logró que se tomaran medidas en su defensa y visibilizó una realidad que muchas mujeres enfrentan en silencio.
Persiste en la actualidad
Ahora se presenta bajo nuevas formas, como el acoso digital y la descalificación pública. Si bien el acceso a los medios de comunicación y las redes sociales ha permitido visibilizar estos actos, esto no garantiza su disminución ni su erradicación total. Especialmente en espacios como el deporte, donde aún se lucha por la equidad y el respeto.
Más allá de los espacios deportivos y de la atención pública, la verdadera batalla se libra cada día en la búsqueda de un entorno más justo e igualitario para las mujeres en el deporte y en la sociedad. Cada voz que se alza, cada denuncia que se hace visible y cada historia que se cuenta representa un paso hacia un futuro. En este, ser mujer no implique enfrentar barreras, violencia o discriminación, sino únicamente la libertad de ejercer su pasión con dignidad, respeto e igualdad.




