Celaya, Guanajuato
La madre de Andrea y Lucero recuerda con profunda nostalgia a sus hijas fallecidas, describiéndolas como niñas nobles, alegres y solidarias. Para ella, el 1 de noviembre es una fecha esencial para honrar su memoria, ya que, como expresa, “el muerto muere cuando olvidamos de ellos”.
Andrea, fallecida a los 14 años, amaba los animales marinos y soñaba con ser médico, mientras que Lucero partió a los 21. Cada mes, la madre visita sus tumbas, decorándolas y compartiendo momentos con
José Luis, vecino y amigo cercano de la familia, comparte la tradición de visitar las tumbas de las niñas. Destaca el cariño y cercanía que tenía con ellas y sus padres, y describe esta fecha como un día importante para recordar a sus “angelitos”. Con varios años visitando el panteón, él se asegura de limpiar sus tumbas y colocar coronas para que no pasen desapercibidas, manifestando su pesar por la pérdida de las niñas y apoyando a la familia en este día tan especial.
Ambos coinciden en que el Panteón Sur de la ciudad presenta un estado de abandono, con una notable falta de limpieza y acumulación de basura. Consideran que sería apropiado recibir más atención y mantenimiento, pues los visitantes notan las condiciones deterioradas del lugar.
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