Redacción: Israel Nieto
Faltan menos de 200 días para que arranque la Copa del Mundo 2026, y los preparativos en México ya se sienten en concreto. Según un reporte reciente, el Gobierno federal y distintas entidades estiman invertir hasta 2 000 millones de pesos en mejoras a las “entidades sedes”, es decir, las ciudades que albergarán partidos y eventos relacionados con el Mundial.
¿En qué se usará el dinero?
El objetivo no es solo reparar o remodelar estadios, sino renovar infraestructura urbana, mejorar transporte, reforzar servicios públicos, y garantizar seguridad y logística para turistas y aficionados. En ese rubro entra transporte, conectividad, vivienda, remodelación de aeropuertos y rehabilitación de espacios públicos.
Algunas ciudades ya mandaron señales de cambio:
En la capital, se han asignado más de 6 000 millones de pesos para mejorar movilidad urbana, transporte público y obras permanentes vinculadas al Mundial.
En entidades como Jalisco, las obras para recibir el evento mundialista suman inversiones millonarias en infraestructura, lo que abre la puerta a un legado urbanístico más allá del torneo.
Además, estados como Nuevo León estiman una derrama directa de 2 000 millones de pesos por los partidos que se realizarán ahí, gracias al turismo, hospedaje, comercio y servicios.
Más allá del balón ¿Oportunidad o riesgo?
Se espera que el Mundial deje beneficios importantes: generación de empleo, derrama económica en turismo y servicios, inversión en infraestructura, y una reactivación urbana. Pero este salto también plantea retos: presión sobre servicios públicos, riesgo de deudas elevadas, necesidad de mantener obras y de evitar corrupción o desperdicio.
Algunas voces en el sector de la construcción piden que la inversión se duplique —no solo para cumplir, sino para dejar un legado real para los ciudadanos después del Mundial.
¿Qué viene en 2026?
Durante los próximos meses se prevé un despliegue de recursos hacia transporte, conectividad, aeropuertos, estadios, seguridad y servicios turísticos. Las autoridades han dicho que este Mundial debe ser una oportunidad histórica. Para el deporte, sí, pero también para transformar ciudades y mejorar la vida de millones.
Para muchos mexicanos, el Mundial 2026 ya no es solo un evento deportivo: es una ventana hacia un país más moderno, más conectado, más global. Pero también hay responsabilidad: asegurar que la inversión rinda frutos reales.




