El 12 de noviembre, tras un cierre de 43 días (el más prolongado en la historia de Estados Unidos) el gobierno federal volvió a abrir sus puertas. Esto luego de que el Congreso aprobara un paquete de financiación y el presidente Donald Trump firmara la ley correspondiente.
El origen del cierre se remontaba al primer día de octubre. La Cámara y el Senado no lograron consensuar una resolución de financiación que incluyera la extensión de subsidios para el seguro médico, una demanda impulsada por los demócratas.
Durante las semanas que duró la interrupción, cientos de miles de empleados federales trabajaron sin recibir salario, incluso los suspendieron. Por otra parte, los viajes aéreos se vieron severamente afectados y millones de personas que dependen de programas de asistencia alimentaria vieron interrumpido el acceso a beneficios esenciales.
La firma de la Ley de Financiación
Frente a esta crisis, Trump señaló durante la ceremonia de firma que "Esto no puede volver a suceder. Esta no es forma de gobernar un país"
El paquete aprobado extiende la financiación del gobierno federal hasta el 30 de enero de 2026. En él se dieron pasos para restaurar los salarios a los empleados afectados y reactivar agencias suspendidas. Sin embargo, la disputa política no concluyó con la reapertura. Y es que, los demócratas critican que el acuerdo no asegura de inmediato la extensión de los subsidios del Affordable Care Act (Obamacare), una de sus principales exigencias.
El cierre dejó al descubierto el creciente nivel de polarización y el manejo de las negociaciones presupuestarias como arma en el tablero político. Trump culpó directamente al Partido Demócrata del impasse, acusándolos de “extorsionar al contribuyente estadounidense”.
Esta fue una batalla que tuvo repercusiones económicas inmediatas. Algunas evaluaciones estiman que la parálisis restó al menos una décima de punto porcentual al crecimiento del PIB por cada semana que duró. El impacto en la vida cotidiana de millones de ciudadanos fue tangible.
La reapertura del gobierno representa una pausa, más que una resolución de fondo, pues la próxima batalla presupuestaria ya se asoma y las condiciones que generaron el cierre no han sido completamente modificadas.




