
Este viernes 28 de febrero, el Papa Francisco tuvo una crisis aislada de broncoespasmo y un empeoramiento repentino en su estado respiratorio. Esta crisis le provocó también un episodio de vómito con inhalación por lo que requirió ventilación mecánica no invasiva.
Se reportó que ante este hecho, respondió positivamente y estabilizó sus niveles de oxigenación.
En días pasados, el Santo Padre había presentado mejoría pero el pronóstico sobre su salud seguía siendo reservado. El 27 de febrero el Vaticano informó que el papa había dejado atrás la fase crítica, sin embargo, el broncoespasmo presentado este día no ayudó a su situación.
Los médicos que atienden al Papa estiman que se necesitan entre 24 y 48 horas para evaluar el impacto de este episodio en su recuperación.
Dos semanas difíciles
Fue el 14 de febrero que el Papa Francisco fue ingresado al hospital Policlinico Gemelli de Roma a causa de una infección respiratoria polimicrobiana. Más tarde, el cuadro se convertiría en neumonía bilateral en ambos pulmones.
El pasado fin de semana, sufrió una crisis respiratoria aguda y le detectaron una leve insuficiencia renal. A pesar de los pronósticos reservados, parecía estar encontrando un punto de estabilidad en su cuadro clínico.
A pesar de las complicaciones, su santidad ha continuado realizando labores desde su habitación en el hospital, incluyendo reuniones y emisión de decretos.
Es importante recordar que el Papa es un hombre de 88 años, al que previamente se le extirpó parte de uno de sus pulmones y que debido a esto y su edad, los médicos no pueden dar una certeza clínica y el pronóstico se mantiene como reservado.