Juventino Rosas, Guanajuato
Este fin de semana, las comunidades de Pocitos de Corrales y San Antonio de Corrales dieron el último adiós a los 10 jornaleros que perdieron la vida en un accidente automovilístico la madrugada del jueves. Entre oraciones, abrazos y muestras de solidaridad, cientos de personas, amigos, familiares y vecinos, se reunieron para acompañarlos hasta su descanso final.
Minutos después de las 2 de la tarde del sábado, en el pequeño templo de la comunidad de Pocitos de Corrales, se realizó una misa de cuerpo presente para siete de los jornaleros.
Acomodaron sus feretros frente al altar, rodeados por ocho párrocos y sus familiares, muchos de ellos aun sin poder creer la tragedia que los arrebató a sus seres queridos.
En el exterior, tanto en la explanada como en los alrededores del templo, decenas de personas se mantuvieron en oración, unidas en un solo sentimiento: el desearles el eterno descanso.
“En medio de estas circunstancias, en medio de este trágico accidente, en medio de este momento inesperado Dios nuestro señor sale al encuentro nuestro como sale al encuentro de nuestros hermanos para que él les comparta así también, la seguridad de ser nosotros también llevados y conducidos como estos hermanos al gozo de la vida eterna”
JUAN ANTONIO COLORADO / Sacerdote
De manera simultánea, a dos kilómetros de distancia, en la comunidad de san antonio de corrales, los otros tres jornaleros también recibieron una misa de cuerpo presente en la parroquia del lugar, acompañados del mismo dolor.
Al concluir ambas ceremonias, las carrozas fúnebres se encontraron en el camino para realizar juntas el traslado de los 10 jornaleros hacia el panteón de Juventino Rosas, donde descansarán para siempre.
A su llegada al camposanto, cientos de ciudadanos los esperaban para darles el último adiós. Cada ataúd fue acompañado por quienes los recordarán como amigos, vecinos, comadres, compadres y hermanos.
Entre lágrimas, gritos y lamentos, colocaron a los 10 jornaleros en sus tumbas, mientras sus familiares siguen luchando por asimilar una partida tan dolorosa como inesperada.




