Guanajuato
Ubicada, sobre la cañada que da forma al Cerro de Sirena y la ladera de San Vicente, la mina de San Juan de Rayas se mantiene activa a 474 años de distancia de su descubrimiento y por su riqueza contribuyó a otorgar el rango de ciudad a Guanajuato.
Descubierta en el lejano año de 1550, de manera fortuita por un arriero de nombre Juan Francisco de Rayas que luego fue elevado a rango de Márquez, este centro minero permitió por su invaluable producción de oro, plata y cuarzo aurífero, trascender al tiempo y la historia.
Para el año de 1741, la producción inagotable de metales preciosos le dio fama mundial y logró que a la ciudad se le concediera ese título, bajo el nombre de Real de Minas Santa fe, por parte de la corona española, que antes había concedido las denominaciones de Alcaldía Mayor y Villa. El inmueble que ocupa se yergue imponente, sobre la zona norte de la ciudad y asemeja una gran muralla, que en su interior contiene una de las minas más ricas en la historia de México, Guanajuato y el mundo.
En la etapa de mayor producción y bonanza, entre 1761 y 1835 la mina perteneció a José de Sardeneta y Llorente, el tercer Márquez de Rayas y en pleno siglo XXI a solo 25 años de llegar a los 5 siglos de existencia sigue con la producción de oro y plata, además de dar empleo a unos 200 trabajadores, en su mayoría originarios de esta ciudad.
Con un tiro de una profundidad que alcanza los 380 metros contiene un malacate, con dos grandes ruecas de cable de acero, la construcción se mantiene en pie y en su parte central es atravesada por la carretera panorámica, lo que la ha convertido en un punto de visita obligada para el turismo.