
Celaya, Guanajuato
Cada 10 de mayo, Edith Lendechy enfrenta el día con un nudo en el pecho y el alma fracturada. Hace cinco años que su hija Betzabet desapareció en Guanajuato, truncando no solo la vida de una mujer llena de alegría y energía, sino también la de toda una familia.
Antes, el Día de las Madres era un festejo vibrante, con mañanitas desde el amanecer, carne asada y risas contagiosas; ahora, es una fecha que se vive en silencio, sin celebraciones ni abrazos, con nietos que ya no participan en festivales escolares porque el dolor de no tener a su madre es demasiado profundo.
“Para mí, yo creo que ya el 10 de mayo es un día como cualquiera.
Ya no tengo mamá, ya no tengo hija. Y pues mis nietos están en ese proceso de aceptar que su mamá ya no está. Entonces tampoco les hago mucho énfasis en que es 10 de mayo, en que hay que celebrar o algo, porque pues para ellos tampoco no es muy agradable.
Entonces ellos ya no participan en la escuela, que los bailables y que no sé qué. Tampoco ya ellos no se acercan a ese tipo de eventos porque no tienen mamá”
Edith Lendechy, Madre Buscadora
La vida de Edith cambió drásticamente al migrar desde Veracruz, y con la desaparición de su hija, su cotidianidad se convirtió en una lucha constante. Hoy, además de ser madre buscadora y vocera de un colectivo creciente, es el sostén de sus nietos, que quedaron en total desamparo.
La falta de respuestas, de avances en la investigación y de un respaldo estatal real ha marcado su camino. Los apoyos son escasos, burocráticos e insuficientes, mientras el Estado permanece ausente ante una crisis que se profundiza con cada nuevo caso.
“Tenemos niños en las diferentes rancherías, en Rancho Nuevo, que las abuelas ya ni caminan, que los niños no van a la escuela porque no tienen uniformes, porque no tienen zapatos, porque a veces no tienen seguro ni la comida diaria.
Entonces, ¿qué nos esperamos para esos niños? La repetición de los hechos. Que cuando tenga ese niño 10, 12 años se vaya a vender bolsitas porque no sabe hacer otra cosa, porque no va a la escuela, porque no sabe leer, porque no sabe escribir, porque no va a continuar con una educación primaria, siquiera hasta el bachillerato, que es lo que las reglas nos exigen.
Ni siquiera van a tener primaria, mucho menos secundaria”
Edith Lendechy, Madre Buscadora
Consciente del abandono, Edith advierte que la repetición de este ciclo es inminente. En comunidades rurales, hay niños huérfanos sin acceso a lo más básico, sin escuelas, sin alimentos, sin futuro.
Mientras las autoridades ignoran, las madres buscadoras siguen escarbando en la tierra y en la indiferencia, aferradas a la esperanza de recuperar a los suyos, aún en fechas tan dolorosas como el Día de las Madres, que para ellas dejó de tener sentido.