El papa Francisco pidió proteger la dignidad de los trabajadores migrantes y garantizarles un salario justo ante las autoridades de Singapur. En su última parada de su larga gira por Asia y Oceanía, donde busca promover el crecimiento de la Iglesia Católica en Asia.
Singapur tiene más de 300 mil trabajadores migrantes, la mayoría de Bangladesh, India o China. Contribuyen a cambio de un exiguo salario, a la construcción de sus imponentes rascacielos y sus infraestructuras.
Esperó que se preste una particular atención a los pobres, a los ancianos y a la tutela de la dignidad de los trabajadores migrantes que tanto contribuyen a la construcción de la sociedad, y a quienes hay que garantizarles un salario justo, declaró el pontífice argentino.
Desde su elección en 2013, Francisco ha sido un ferviente defensor de los migrantes y los refugiados. Al final de jornada, el papa presidió una misa en el SportsHub, el estadio nacional de la ciudad, ante unos 50 mil fieles, algunos procedentes de países vecinos como India, Vietnam, Hong Kong y Birmania.
Francisco, de 87 años, llegó al estadio en un carrito de golf y luego saludó y bendijo a la multitud, en un ambiente sereno. También ofreció rosarios a los niños, firmó autógrafos y se tomó selfies.
A pesar de sus problemas de salud y del ritmo frenético de este viaje, el más largo y lejano de su pontificado, el jefe de la Iglesia Católica apareció en buena forma, desafiando las incertidumbres sobre su capacidad para soportarlo.