El presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, firmó este lunes una orden ejecutiva que designa al fentanilo ilícito y sus precursores químicos como “armas de destrucción masiva”. Es una acción sin precedentes que redefine la estrategia estadounidense en la lucha contra el tráfico de drogas. También, eleva un problema de salud pública a la categoría de amenaza a la seguridad nacional.
La firma de este decreto, emitida desde la Casa Blanca, llega luego de la intensificación de las políticas antimigración y de seguridad fronteriza del gobierno de Trump. También como de tensiones comerciales y diplomáticas con países como México, Canadá y China.
Trump VS el fentanilo
El mandatario estadounidense impulsó la orden argumentando que el fentanilo, un potente opioide sintético responsable de cientos de miles de muertes por sobredosis en años recientes, representa un peligro comparado con armas químicas debido a su extrema letalidad y su impacto social.
“Hoy doy un paso más para proteger a los estadounidenses del flagelo del fentanilo mortal que está inundando nuestro país. Con esta orden ejecutiva histórica que firmaré hoy, clasificaremos formalmente el fentanilo como un arma de destrucción masiva, que es lo que realmente es.
Ninguna bomba causa el daño que esto está haciendo: entre 200 mil y 300 mil personas mueren cada año, que sepamos”
Donald Trump, durante la firma del decreto
Las cifras oficiales más recientes del Centers for Disease Control and Prevention (CDC) reflejan un descenso en las muertes por sobredosis con fentanilo. Reportan menos de 100 000 en el último año fiscal disponible. Sin embargo, el gobierno estadounidense enfatiza el enorme daño causado por la droga, sobre todo en comunidades vulnerables.
La orden ejecutiva autoriza una coordinación más estrecha entre el Departamento de Justicia, el Departamento de Defensa y otras agencias federales para perseguir penal y financieramente a las redes de tráfico de fentanilo. También potenciar las sanciones económicas y el uso de inteligencia en operativos dentro y fuera del territorio estadounidense.
Una estrategia en la política estadounidense
La clasificación del fentanilo como WMD permite al gobierno Trump justificar medidas más agresivas. Incluyen desde sanciones financieras hasta operaciones militares contra redes de narcotráfico consideradas “amenazas extraordinarias”.
En el último año, la administración ha intensificado acciones contra presuntos traficantes en el Caribe y el Pacífico, con decenas de intervenciones catalogadas como parte de la guerra contra los cárteles. Esto a pesar de la falta de evidencia pública sobre vínculos directos de estos grupos con actividades terroristas internacionales.
El decreto también llega acompañado de propuestas para clasificar a ciertos cárteles como organizaciones terroristas extranjeras. Una medida que generó debates jurídicos sobre su compatibilidad con estándares internacionales y nacionales de definición de terrorismo.
La firma de la orden ejecutiva que clasifica al fentanilo como arma de destrucción masiva es crucial en la política estadounidense contra las drogas.
Si bien la administración Trump sostiene que la medida es necesaria para proteger vidas y reforzar la seguridad nacional, expertos y actores internacionales advierten sobre los riesgos de un enfoque militarizado hacia un fenómeno complejo que combina crisis de salud pública, criminalidad transnacional y dinámicas económicas globales.
El debate sobre la eficacia y las consecuencias de esta política apenas comienza, en un momento en que Estados Unidos y sus socios buscan respuestas sostenibles frente a la amenaza del fentanilo y otras drogas sintéticas.




