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Seguramente has escuchado de las mariposas en el estómago, de la sensación de felicidad o hasta de los celos por la persona amada, pero… ¿Sabes que pasa en tu cuerpo cuando estás enamorado?
Pues no es algo que suceda en tu corazón como te lo han dicho. Es un proceso bioquímico en tu cerebro que genera cambios químicos en todo tu cuerpo.
La química del amor
Según Cristina Agud, Psicóloga especializada en psicopatología clínica, a nivel bioquímico el enamoramiento comienza en la corteza cerebral. Posteriormente, pasa al sistema endocrino y después se transforma en una respuesta fisiológica y en cambios químicos.
La doctora explica que en estos cambios intervienen hormonas y neurotransmisores, como la Noradrenalina, esta produce excitación y efusividad. Es lo que nos hace sentir que perdemos la cabeza cuando nos enamoramos.
La Dopamina, genera una explosión de placer, está directamente relacionada con el sistema de recompensa. Genera la “necesidad” de estar con el otro.
Otra sustancia que interviene es la Feniletilamina, es el neurotransmisor que lo vuelve todo más intenso y nos hace sentir más motivados y optimistas. La Serotonina, es el neurotransmisor de la felicidad que actúa sobre las emociones y el estado de ánimo. Esto genera bienestar, optimismo, cercanía social, y reduce el malestar y la ira.
Por último la Oxitocina, responsable de forjar lazos emocionales, se le conoce como la hormona del amor o la hormona de los abrazos, puesto que se ocupa de generar confianza.
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¿Genera toxicidad?
Sin embargo, este proceso bioquímico también puede generar toxicidad como lo hacen las drogas en nuestro cuerpo. De hecho, el funcionamiento cerebral del enganche es idéntico en ambas.
Cuando estamos en una relación tóxica, se reducen los niveles de los neurotransmisores que habían generado placer previamente y aparece el síndrome de abstinencia.
Algunos indicadores de una relación tóxico-dependiente son que la ausencia de la pareja genera angustia e inestabilidad, sentir tristeza y nostalgia al pensar en el pasado, pensar en el fin de la relación activa el pánico, podemos tener sentimientos de culpa u obsesivos respecto a la pareja.
Por ello, los especialistas recomiendan que para construir un vínculo sano, deberíamos aprender a cuidarnos a nosotros mismos y a nuestra pareja, crear límites sanos, aceptar al otro como es, no como nos gustaría que fuera, ni intentar cambiarlo, trabajar la empatía y la comunicación, así como dedicar tiempo de calidad y compartir proyectos en común.
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