
La historia de Liam Lawson en Red Bull pasará a la historia de la Fórmula 1 como una de las oportunidades más fugaces y decepcionantes para un piloto en la máxima categoría. En apenas dos Grandes Premios, el neozelandés pasó de ser una de las mayores promesas del programa de jóvenes pilotos de Red Bull. Se convirtió en el piloto con la trayectoria más breve en el equipo austriaco, con resultados mediocres y una salida casi anunciada.
Desde el primer momento, la oportunidad de Lawson en Red Bull fue cuestionada por la falta de tiempo y margen para demostrar su talento. A pesar de haber tenido 11 carreras previas en la F1 con AlphaTauri (ahora Racing Bulls), su debut con el equipo principal en el GP de Australia 2025 lo puso en una posición prácticamente insostenible.
El rendimiento del neozelandés fue pobre en clasificación y carrera, con tiempos muy alejados de Max Verstappen. Mostró falta de consistencia en sus vueltas rápidas y errores recurrentes bajo presión. En lugar de mejorar con el paso de los fines de semana, su desempeño fue en descenso. Esto terminó sellando su destino.
El RB21, al igual que sus predecesores, ha sido diseñado para adaptarse al estilo de conducción del tricampeón neerlandés. Esto ha hecho que todos los pilotos que han pasado por ese asiento sufran para extraer el rendimiento óptimo del monoplaza. Red Bull se ha negado a aceptar este problema. En cambio, ha optado por señalar a los pilotos como los responsables de su bajo rendimiento.
Jugó en su contra
Además del rendimiento en pista, otro factor que jugó en contra de Liam Lawson fue su actitud. Desde su llegada a Red Bull, el neozelandés mostró una postura arrogante. Minimizó el trabajo de Sergio Pérez y creyó que no tendría problemas para igualar el ritmo de Verstappen.
Uno de los episodios más recordados fue el GP de México 2024, donde Lawson arruinó la carrera de Checo Pérez. Dañó su auto en la primera vuelta y luego respondió con un gesto obsceno hacia el mexicano. Más tarde, en entrevistas previas a la temporada, insistió en que el problema del auto estaba en el piloto y no en el diseño del monoplaza. Esto terminó volviéndose en su contra cuando su rendimiento fue igual o peor que el de Pérez.
Con la salida de Lawson, Red Bull tenía varias opciones para el segundo asiento. Una de las más atractivas fue Yuki Tsunoda, gracias a la intervención de Honda. La marca japonesa, que actualmente patrocina a Red Bull con $10 millones de dólares anuales, ofreció duplicar esa cifra. Esto ocurriría si el piloto japonés tomaba el lugar de Lawson.
Para Red Bull, que ya había tenido que pagar entre $15 y $18 millones por la salida de Sergio Pérez, esta oferta representó un alivio financiero. Asimismo, fue una solución rápida ante la crisis del segundo asiento. La decisión de elegir a Tsunoda no fue solo deportiva, sino también económica.
Si Christian Horner y Helmut Marko tuvieran la oportunidad de elegir entre Lawson, Tsunoda o Pérez, probablemente volverían a optar por el mexicano. Pérez, a pesar de las dificultades, fue el único que logró entregar resultados constantes junto a Verstappen. Sin embargo, esa opción ya no es viable. Red Bull sigue sin encontrar la fórmula para hacer que su segundo asiento sea competitivo.